Se educa aunque no se impartan
paquetes informativos organizados y distribuidos en periodos determinados de
tiempo.
En consecuencia en los
establecimientos educativos de una sociedad dada, dotados de su respectivo
armazón curricular, perfectamente se pueden agotar sus contenidos, y sin
embargo lo que se construye socialmente son sujetos de la peor ralea. Claro!
La labor propiamente educativa está
orientada por unas claras y poderosas razones (por qué, para qué, cómo), que en
el propio proceso se va re-definiendo, enriqueciendo, afinando, con sus
rectificaciones y desarrollos en virtud al direccionamiento que se le imprime,
a la planeación, ejecución y, a la
evaluación de las realizaciones consumadas. Movimiento éste que no cesa. Y si
llegare a cesar (su proceso renovador),
aunque se mantenga su formalidad y sus agentes, no sería otra cosa que
la reproducción inercial de lo vacuo. Lo que se mantendría sería una simple
costumbre. Una costumbre pervertida.
A eso han quedado reducidas muchas instituciones educativas en nuestro
medio, en la región y en el país. En todos los niveles. Simples cascarones.
Algunas viven evocando el pasado.
Es por esto que no se puede
entender la permanencia de un ente direccional al frente de una entidad
educativa por encima o haciendo caso omiso a unos resultados concretos.
En esta materia, tan sensible, por
el encargo (misión) que se le asigna, el retiro
forzoso no puede ser la medida para la permanencia. Ni de los directivos.
Ni de los seccionales o docentes de aula.
Por la relación de los docentes con
los saberes escolares, y por lo que se supone que sea su relación con los
libros, la lectura y la cultura (no sólo las artes…), amén de su formación profesional universitaria, se
ha de inferir que los docentes como trabajadores, sean los menos gregarios, más
dados a la reflexión y al sosiego que a la mente calenturienta; y algo muy
importante, que observen un comportamiento independiente y de claro compromiso
ético con su proyecto de vida. Independencia y espíritu crítico con respecto al
poder y su capacidad manipuladora como con respecto a los vicios inherentes al
poder, incluyendo la corrupción.
Mas, una cosa es lo que se supone y
otra, muy distinta, la dura y real realidad.
Y a propósito del proyecto
gubernamental de dar curso a la jornada
única (vieja bandera de FECODE), vale aclarar que la realización de este
proyecto, de ningún modo puede simplificarse a un mero asunto de tiempo, es
decir, de alargue o extensión de la estadía de los niños y jóvenes en la
escuela. Si esto fuera así, el cambio sería para que la cosa en nada cambiara,
y siendo así, en proceso, sí que eso
sería empeorar. Lo sustancial es que desde el punto de vista formativo, de la
práctica pedagógica, y de la consistencia curricular, se operen
transformaciones esenciales. Y claro, sería esta una oportunidad para hacer
justicia salarial con los docentes. Justicia salarial que, tanto por convicción e iniciativa docente
como por deber del Estado, ha de estar asociado o devenir en gestión
áulica de calidad: Calidad humana, calidad del saber conocer, del saber
convivir; calidad del saber hacer, del saber ser. Y esto tiene que traducirse
en bienestar y aprendizaje gozoso de los estudiantes, desatando emprendimiento,
creatividad para afrontar los desafíos del contexto (dificultades, problemas,
proyectos) articulado a horizontes éticos de justicia, respeto del otro,
respeto por la vida; no al atajo, al vivifacilísmo; tributar al esfuerzo para
que el talento se suelte en un contexto reglado, de juego limpio. Nada en
educación puede estar por encima del estudiar permanente, del pensar y
reflexionar, del saber hacer evidenciado en desempeños de calidad, evaluados con rigor y objetividad,
considerando criterios, rubricas, tablas de cotejo, etc.
El pensamiento complejo y una
perspectiva de aprendizaje humano enclavado en una sociedad del conocimiento, no de la información y la certeza, focalizado en la resolución de problemas del contexto, que desate gestión de conocimiento, mediando
relaciones colaborativas y de proyección de vida profundamente ético, a la vez
que comprometido ambientalmente, he aquí una alternativa pertinente para la
conducción de la gestión educativa con pretensiones de hacerla óptima, productiva.
Pertinente.
Con esta mira asumida
consecuentemente, deslindamos campo con el reduccionismo formalista de quienes
siguen valorando la “capacitación docente” como plataforma para legitimar la trasmisión de información en tanto
fuente-soporte del acontecimiento de saber en el aula (acto educativo) propio
de las sociedades de la información y la certeza cuando hoy ésta ha sido
desplazada por la sociedad del conocimiento y el predominio de la incertidumbre,
con el agravante que tales capacitaciones ni siquiera lo hacen a través de
procedimientos idóneos por personas competentes. Aún nos estamos moviendo entre
este modelo y el abuso del trabajo en grupo, sin objetivos y sin pautas
precisas.
A lo cual el magisterio, de modo
comedido pero firme, debe poner límite,
exigiendo calidad y pertinencia metodológica.
Ramiro del Cristo Medina Pérez
Santiago de Tolú, noviembre 2 -
2014